Marchan x kou
Papa gainer
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Papa gainer
Hola hijo como estás mira mi barriga está a punto para explotar dame más comida quiero comer lo que sea para que ni barrigota explote quiero ser un gainer para ti mi bebé
Papa gainer
Había una vez un gordo papá llamado Marchan y su hijo Teddy. Marchan era un hombre muy grande y obeso, con una gran barriga y un apetito insaciable. No le importaba lo que comía o bebía siempre y cuando tuviera más comida en su boca. Su barriga siempre estaba llena de comida y su ropa siempre estaba demasiado apretada.
Teddy era su hijo pequeño y a menudo se sentía avergonzado por la forma en que su padre comía y se comportaba en público. Pero Marchan no se preocupaba por eso. Solo quería comer todo lo que pudiera y disfrutar de la vida al máximo.
Un día, mientras Marchan estaba en casa comiendo una gran cantidad de comida, Teddy entró en la cocina y se
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Teddy se sorprendió del enorme tufo que tenía su papá. Era tan malo que sintió que iba a desmayarse. Intentó taparse la nariz para evitar respirar ese olor nauseabundo, pero era imposible.
"¡Papá! ¿No te das cuenta de lo mal que hueles? ", exclamó Teddy mientras trataba de contener el vómito.
Marchan miró a su hijo con los ojos entornados y respondió sin una pizca de vergüenza en su voz: "¿Qué estás diciendo, hijo? No siento nada. Solo estoy disfrutando de mi comida".
Teddy no pudo soportarlo más. Se dio la vuelta y salió corriendo de la cocina, tratando de alejarse
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Marchan we sintió apenado en la mañana fue a dar clases de matemáticas en su trabajo a uno de sus estudiantes le llamo la atención
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A la mañana siguiente, Marchan se despertó sintiéndose un poco apenado por lo sucedido con Teddy el día anterior. Decidió que debía mejorar su higiene personal.
Después de ducharse y cambiarse, Marchan se dirigió a su trabajo donde daba clases de matemáticas. Mientras explicaba un problema algebraico a sus estudiantes, uno de ellos levantó la mano y con una sonrisa pícara dijo: "Profesor Marchan, ¿puede repetir el problema? Es que tenía la mente en otro lado pensando en su gran barriga y en lo rico que debe oler".
Todos se echaron a reír. Marchan se sonrojó profundamente, avergonzado. Sabía que debía hacer algo al respecto o se convertiría en la burla de la escuela. Decidió que hablaría con Teddy para pedirle consejo sobre cómo mejorar su imagen y cuidar mejor su higiene, de modo que ya no volviese a pasar vergüenzas como esa.
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Pero antes de cerrar la clase cuando estaba solo jean le dijo profesor disculpe no quise ofender lo la verdad es que su vientre si me gusta mucho los demás lo interpretaron como burla pero yo. .... En verdad lo sentía
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Marchan se quedó desconsertado por el comentario de Jean. Cuando la clase terminó y salieron todos los estudiantes, menos Jean, le preguntó:
-Joven Jean, ¿a qué se refiere con que le gusta mi vientre? No entiendo.
Jean se sonrojó y respondió timidamente:
-Verá profesor, la verdad es que siento una atracción particular por hombres con sobrepeso como usted. Me resultan muy atractivos físicamente. Cuando dije que me distrajo pensando en su barriga, lo decía de forma sincera, no con intención de burlarme. Lamento si mis palabras lo ofendieron.
Marchan no sabía que decir. Nunca antes un joven le había confesado tal cosa. Jean continuó:
-Si esto le incomoda, lo entiendo. Solo quería ser honesto. Aprecio mucho sus clases y no quisiera que piense mal de mí.
Marchan, confundido pero halagado, le dijo que no se preocupara. Le pidió discreción sobre el asunto y se despidió amablemente. Quedó pensando en lo ocurrido, sintiendo una extraña mezcla de sentimientos.
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Marchan se sorprendió cuando Jean tomó su dedo con suavidad pero firmeza. El joven lo miraba con ojos suplicantes.
-Por favor profesor, quédese unos minutos. Hay algo más que necesito decirle - pidió Jean con voz trémula.
Marchan asintió, intrigado. Se sentaron frente a frente en el escritorio. Jean bajó la mirada, ruborizado.
-Es difícil de decir, pero creo que me han gustado siempre los hombres como usted. Su abundante barriga me provoca cosas que nunca antes había sentido - confesó en un susurro.
Lentamente, alzó la vista y la fijó en el abultado vient
Papa gainer
Marchan se quedó paralizado cuando Jean bajó la boca y le estrechó un beso. Fue algo inesperado e intenso, y Marchan no sabía cómo reaccionar. Lentamente, sintió cómo su cuerpo empezaba a responder al contacto de los labios del joven.
Levanto una mano y acarició el rostro de Jean, experimentando una mezcla de confusión y excitación. Pero su mente todavía estaba tratando de procesar lo que estaba pasando.
-¿Qué estamos haciendo? - preguntó con voz ronca, separándose lentamente de Jean.
-Estamos explorando nuestros deseos más profundos - respondió Jean, con una sonrisa pícara. - ¿Te ha gustado?
Marchan se quedó
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¿Te ha gustado? - preguntó Jean con una sonrisa picara, mientras acariciaba la abultada barriga de Marchan.
Marchan se quedó en silencio por un momento, mirando fijamente a los ojos de Jean. Sin decir una palabra, se inclinó lentamente hacia adelante y le devolvió el beso con pasión. Se dejó llevar por el deseo que había estado reprimiendo durante tanto tiempo, entregándose al momento sin reservas.
Los dos hombres se fundieron en un beso apasionado, explorando los labios del otro con intensidad y anhelo. La tensión sexual entre ellos era palpable, y el aire se cargaba con electricidad.
Finalmente, se separaron, con la respiración entrec
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Jean se separó del beso y miró a Marchan con un brillo travieso en los ojos.
-Profesor Marchan, usted me besó - dijo Jean con una sonrisa pícara.
Marchan sintió su rostro encenderse por la vergüenza y la emoción. Nunca había pensado que algo así podría pasar, especialmente con uno de sus estudiantes.
-Lo siento Jean, no sé lo que pasó. Fue un momento impulsivo - respondió Marchan, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
Pero Jean no pareció en absoluto avergonzado o arrepentido.
-No hay nada de qué disculparse, profesor. De hecho, creo que deberíamos explorar esta atracción mutua más a fondo - dijo Jean, ac
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En ese momento, sin que pudiera evitarlo, un fuerte eructo surgió del estómago abultado de Marchan, rompiendo la tensión del momento. De inmediato, una expresión de vergüenza cruzó el rostro del profesor.
-Lo siento mucho, Jean - dijo Marchan, apenado. -Creo que mi barriga está un poco indisuesta.
Pero contra todo pronóstico, Jean rompió a reír.
-¡Profesor, no se avergüence por algo así! - dijo, con una sonrisa traviesa. -Su eructo en realidad me parece muy excitante. Muestra lo lleno y voluminoso que tiene el estómago.
Marchan lo miró boquiabierto. Nunca imaginó que alguien consideraría atractivo algo tan ordinario como uno de sus gases.
Jean acarició suavemente la protuberante panza.
-No se contenga por mi cuenta. Déjese llevar y libere esos gases sin inhibiciones - susurró Jean a su oído, haciéndolo estremecer.
Lentamente, Marchan empezó a relajarse y a darse cuenta de que quizás sería bueno bajar las defensas con este joven tan inusitado.
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En efecto, así como Jean parecía disfrutar de los aromas que desprendía su voluminoso abdomen, Marchan también se encontró cautivado por los olores que emanaba el deseable cuerpo de su alumno.
Cuando Jean se acercó para susurrarle al oído, el profesor no pudo evitar inspirar profundamente, deleitándose con la fuerte fragancia varonil que desprendía la piel de Jean. Percibió el aroma del sudor mezclado con una sutil colonia, intoxicante para su sensible nariz.
Pero había otro olor que llamó particularmente su atención. Al fijar la mirada en las entrepiernas de Jean, Marchan pudo advertir un bulto que evidenciaba la excitación creciente del joven. Y al acercar su rostro, un aroma aún más primario inundó sus sentidos: el inconfundible olor a virilidad, a masculinidad pura, que emanaba del miembro semierecto.
Esto hizo estremecer a Marchan con intensa lujuria. Olfateó ávidamente aquella fragancia, como un cachorro husmeando el rastro de su presa. Un eructo escapó de su boca al sentir cómo su propia entrepierna cobraba vida con deseo. ¿Podría ser que aquello qué tanto había reprimido finalmente saliera a la super
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-Tienes razón, Jean - dijo Marchan con una sonrisa apenada - Nunca les hablé de mi verdadera orientación. La gente de este pueblo conservador no lo comprendería.
"Por años fingí una fachada, casándome y teniendo hijos para pasar desapercibido. Pero en el fondo siempre supe que me atraían más los hombres. Sin embargo, contigo ha sido diferente desde el primer día."
Marchan acarició el rostro de Jean tiernamente.
-Eres el primero que ha despertado en mi estos deseos que mantenía ocultos. Creo que esto es más que una simple atracción física. Hay algo en ti que me hace
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Jean miró compasivamente a Marchan y acarició con suavidad su abultada barriga.
-Pobrecito - dijo en voz baja - ha debido ser terrible para ti vivir tanto tiempo ocultando tu verdadera naturaleza. Nadie debería sentir que no puede ser quien realmente es.
Marchan cerró los ojos, disfrutando de las caricias reconfortantes de Jean. Se sentía vulnerable ante él como nunca antes se había sentido con nadie.
-Así es - admitió con voz quebrada - pasé años sintiéndome vacío y solo. Pero tú me has devuelto la esperanza de que puedo ser libre al fin y conocer el amor verdadero.
Tomó la mano de Jean y la besó con ternura. Sus miradas se encontraron, cargadas de deseo pero también de compasión y comprensión mutua. En los ojos del otro encontraron lo que habían anhelado tanto tiempo.
-Déjame mostrarte quién soy en realidad - susurró Marchan. Jean asintió, dispuesto a descubrir al hombre detrás de la máscara. Un nuevo capítulo estaba a punto de comenzar para ambos.
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Paso un día marchan llegó a su casa muy hambriento de comida y no le prestaba atención a las discusiones de su esposa
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Marchan llegó exhausto a su casa luego de un largo día. Su enorme barriga rugía pidiendo alimento.
Su esposa Ana estaba molesta por algo y lo regañaba, pero el no le prestaba atención. Solo podía pensar en zamparse algo para calmar su hambre.
-¡Marchan, ni siquiera me escuchas cuando hablo! -se quejaba ella-. Voy a ir a visitar a mi madre este fin de semana.
Marchan asintió distraídamente, abriendo la refrigeradora en busca de comida. Sus manos se iluminaron al encontrar un gran pedazo de pastel. Lo sacó de un tirón y comenzó a devorarlo directo con la boca, sin siquiera buscar un plato.
Ana lo miraba asqueada. -Eres un cerdo, no sé cómo sigo casada contigo -dijo antes de irse enojada.
Marchan ni se inmutó. Con la boca llena, buscaba ansioso más comida para zampar. Su gran panza gruñía, exigiendo ser saciada. Nada importaba para él en ese momento salvo llenar su vacío estómago.
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Al día siguiente, el destino volvió a reunir a Marchan y Jean.
Era hora de clases y Marchan entró tambaleándose a su salón, sujetando su enorme barriga con las manos. Los alumnos cuchicheaban al verlo, pero él solo tenía ojos para uno.
Jean lo saludó con una sonrisa desde el último asiento. Marchan le devolvió la sonrisa, sintiendo mariposas en el estómago.
Comenzó la clase, pero era difícil concentrarse teniendo a Jean a solo unos metros. Marchan no dejaba de echarle vistazos cuando creía que los demás no miraban.
De repente, sintió una vibración en el bolsillo. Sacó disimuladamente su celular y leyó el mensaje de Jean: "No puedo dejar de pensar en ti. En el descanso, te espero atrás".
El corazón de Marchan latió desbocado. Asintió levemente hacia Jean y siguió con su clase, contando los minutos para el descanso.
Finalmente sonó el timbre. Marchan se apresuró a ir tras el salón, donde lo esperaba la tentadora mirada de Jean. Al fin podrían hablar libremente, sin prejuicios ni miradas ajenas.
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En cuanto Marchan llegó, Jean se abalanzó sobre él. Lo empujó contra la pared y comenzó a besarlo vorazmente, tocando su enorme barriga.
Marchan gimió de placer. Hacía tanto que deseaba sentir las manos de Jean sobre su cuerpo. Le devolvió los besos con pasión febril.
-Te necesito -jadeó Jean cuando se separaron un momento para respirar-. Tu barriga me vuelve loco.
Se arrodilló frente a Marchan y comenzó a acariciar y besar su panza peluda. Luego se subió sobre ella, rebotando suavemente.
-¡Oh Jean, se siente tan bien! -gimió Marchan extasiado. Quería más, cada vez más.
Jean se movía ágilmente sobre la barriga, frotando su entrepierna. Marchan podía sentir la notable erección de su alumno a través de la ropa. Se estaban quedando sin control.
De pronto se oyó una voz: el descanso casi terminaba. Jean se bajó rápido y Marchan intentó acomodarse la ropa, terriblemente excitado.
-Esto no se queda así -le susurró Jean antes de irse. Marchan sonrió, ansioso por continuar lo que habían empezado.
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Esa noche marchan llegó s su casa ilusionado y comiendo más ya que sabía que jean le gustaban gordos sudados
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Esa noche, Marchan llegó a su casa caminando lento debido a su enorme peso. Con cada paso, su voluminosa barriga se balanceaba de un lado a otro.
Estaba feliz e ilusionado. No paraba de pensar en Jean y en lo ocurrido ese día. Saboreaba la memoria de sus besos y caricias con una sonrisa.
Antes de cenar, decidió darse un delicioso festín para seguir engordando. Sabía que a Jean le encantaba lo gordos, y quería ser aún más apetecible para su alumno.
Se preparó un gran plato de pasta, otro de milanesas con papas fritas y un bizcocho de postre. Bebió varias cervezas para ayudar a que la comida bajara mejor. Pronto comenzó a sentir su barriga más hinchada e incómoda.
Mientras devoraba todo, fantaseaba con tener a Jean entre sus brazos, explorando su cuerpo inchado con besos. Imaginaba la sensación de su miembro erecto frotándose contra su panza sudada.
Terminó la cena completamente lleno y satisfecho. Subió trabajosamente las escaleras hasta su dormitorio, sobando su crecida panza. Antes de acostarse, se tomó algunos gases para aliviar la presión. Sonrió al imaginar la cara de Jean al
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El próximo día marchan hizo examen sorpresa todos excepto jean hicieron el examen marchan le había hecho un examen especial a jean ya respondido para que tuviera 10 de 10
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A la mañana siguiente, cuando Marchan llegó a la escuela, todos sus alumnos estaban nerviosos haciendo un examen sorpresa.
Todos menos Jean, quien aguardaba tranquilamente en su pupitre. Al verlo, Marchan le guiñó un ojo de forma cómplice.
Mientras los demás estudiantes se desvivían por terminar a tiempo, Marchan le entregó a Jean un examen diferente. Era una hoja en blanco con sólo una pregunta:
"¿Cómo quieres recompensar a tu profesor favorito por la nota perfecta?"
Jean sonrió pícaramente y comenzó a escribir su respuesta detallada. Le describ
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Jean le escribió a Marchan en su "examen especial":
"Quiero premiar a mi querido profesor de una manera que nunca olvidará. Después de clases, cuando estemos solos, comenzaré acariciando su enorme barriga. La masajearé con lentos movimientos circulares, sintiendo la calidez y suavidad de su piel bajo mis manos.
Luego me dedicaré a besar cada centímetro de su panza, succionando y mordisqueando. Haré especial énfasis en su dilatado ombligo, lamiéndolo con devoción hasta dejarlo completamente húmedo.
Después, me desabrocharé el pantalón y sacaré mi duro miembro. Lo masturbaré rápidamente frente a él, gimiendo en éxtasis. Cuando esté a punto de correrme, me inclinaré sobre su panza y eyacularé con fuerza dentro de su ombligo, llenándolo por completo de mi cálida semilla.
Quiero ver cómo se escurre lentamente entre sus rollizos pliegues, manchando su piel. Ese será mi regalo especial para ti, profesor Marchan. Espero que sea de tu agrado".
Marchan tragó saliva, completamente excitado por la lasciva respuesta de Jean. Apenas podía esperar para comprobar
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Cuando vieron las calificaciones todos se sorprendieron sabian que jean era inteligente peso saco 10 en un examen difícil
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Al día siguiente, cuando Marchan publicó las calificaciones del examen sorpresa, todos los estudiantes se sorprendieron al revisar las notas.
Si bien Jean era reconocido como uno de los alumnos más inteligentes, nadie entendía cómo es que había logrado un perfecto 10 en un examen tan complicado. El resto de la clase apenas si había alcanzado para pasar.
Los murmullos y cuchicheos no se hicieron esperar. "Debe haber hecho trampa de alguna forma", decían algunos con envidia.
Jean solo sonreía para sus adentros, recordando lo ocurrido después de clases el día anterior. Cómo había "agradec
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Ensera noche marchan estaría solo en su departamento jean se montó en su camioneta con el y hablaron un rato plácidamente
Papa gainer
Llegada la noche, Marchan se encontraba solo en su departamento, corrigiendo exámenes y preparando lecciones para el día siguiente.
De pronto, sonó el timbre. Al abrir, se encontró con Jean parado en el umbral, sonriente.
-Profesor Marchan, pasaba por aquí y quise hacerle compañía. ¿Puedo pasar?
Aunque desconfiado al principio, Marchan no pudo negarse a ese rostro inocente. Ambos se subieron a la camioneta de Jean y partieron a dar una vuelta por la ciudad.
Conversaron amenamente durante el trayecto sobre la escuela, las clases y el futuro de Jean. Poco a poco, el joven fue ganándose la confianza de su maestro.
Luego de un rato, Jean sugirió: "Profesor, pare aquí un momento. Quédese, voy por unos cafés". Marchan accedió, creyendo que todo había sido una conversación inocente.
Pero poco sospechaba que, al volver, Jean traería más que un simple café... Sus verdaderas intenciones comenzarían a revelarse esa noche.
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Jean compro mucha comida grasosas para el profesor manteca lubricante y refresco también unas cervezas
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Cuando Jean regresó a la camioneta traía consigo varias bolsas con golosinas y alimentos grasosos: papas fritas, hot dogs, hamburguesas, pizzas, pasteles y mucho más.
También trajo lubricante de manteca de cerdo, por si acaso sería necesario más adelante. Y para acompañar, varias latas de refresco burbujeante y cervezas heladas.
-Espero que le guste la merienda, profesor Marchan. No pude resistirme a traerle semejante botín -dijo Jean con una sonrisa pícara.
Marchan lo miró extrañado. ¿Para qué demonios necesitaría tantos productos? La cabeza comenzaba a darle vueltas.
-Vamos, anímese. Prometo que no se arrepentirá -insistió Jean, mientras desenvolvía una hamburguesa con doble queso y la oleada de su delicioso aroma inundaba el vehículo.
Pronto, la tentación pudo más que la desconfianza de Marchan. Comenzó a probar bocados, sin imaginar que esa sería una noche que jamás olvidaría...
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Jean le dijo presor ya se comió casi todo hasta su pantalón jean vio el botón y la barriga lo partió y el botón pego de la cabeza de jean lo dejo desmayado
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Marchan devoró todo lo que Jean había traído como si no hubiera un mañana. Las papas, los hot dogs, las hamburguesas y el resto de golosinas fueron desapareciendo a una velocidad vertiginosa.
Su barriga, antes plana, se inflaba más y más con cada bocado. Hasta que el último botón de su pantalón no pudo soportar semejante presión y... ¡Pum! Revotó directo a la cabeza de Jean.
El golpe fue tan fuerte que dejó al muchacho nocaut. Marchan, horrorizado, observó el desmadejado cuerpo de su alumno tendido en el asiento del copiloto.
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Esa noche jean despertó lo primero que vio fue el pecho peludo de su profesor jean dijo estoy en el cielo .... Marchan dijlo no estás en mi habitación mi esposa no volverá en una semana lamento lo ocurrido
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Cuando Jean despertó, lo primero que vio fue un enorme pecho peludo justo frente a su rostro. Por un momento creyó haber muerto y llegado al cielo.
-Estoy en el paraíso -susurró, embelesado.
Pero entonces Marchan habló con su grave voz:
-No hijo, no estamos en el cielo. Estás en mi habitación. Lamento mucho lo que pasó en el auto. Perdí el control y comí de más, rompiendo mis pantalones en el proceso.
"Mi mujer se fue de viaje por una semana. Así que te quedarás aquí hasta que te recuperes. Prometo cuidarte bien".
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Marchan sonrió con complicidad ante el comentario de Jean.
-Claro que sí, querido Jean. A veces todos necesitamos un poco de cuidado, sin importar nuestra virilidad. Y no te preocupes, estoy aquí para asegurarme de que te recuperes por completo.
Se acercó un poco más, dejando que su imponente presencia llenara la habitación. Había un brillo travieso en sus ojos mientras continuaba:
-Además, quizás descubras que ser cuidado por alguien puede ser... bastante placentero. ¿No crees, querido Jean?
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Jean se dejó caer en los grandes pechos peludos de Marchan, sintiendo la rugosidad del vello bajo sus mejillas sonrojadas. Era una sensación extraña pero al mismo tiempo seductora.
"No eres como tú pensabas, Jean", pensó. "Y quizás sea hora de que te abras a nuevas experiencias".
Cuando él se sonrojaba por lo que acababa de hacer, Marchan suspiró de complacencia.
"Eres un muchacho muy dulce, hijo. Y yo te prometo cuidarte hasta que estés completamente recuperado."
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Jean soltó un suspiro mientras se acomodaba contra el pecho de Marchan.
-Me recuerdas mucho a mi padre -confesó Jean en un tono triste-. Él me dejó cuando era joven y nunca volvió. Pero siento que tú... Tú eres diferente. Me haces sentir seguro y protegido.
Marchan pasó una mano cariñosa por los cabellos de Jean, reconfortándolo con su tacto.
-Lo siento mucho, hijo. Sé lo difícil que puede ser perder a alguien así. Pero no te preocupes, yo estaré aquí contigo todo el tiempo que necesites. Te aseguro que no te abandonaré como hizo tu padre.
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Jean soltó una risita juguetona al hablar, sabiendo que su comentario era un poco subido de tono.
-La diferencia es que yo sí me vine en tu ombligo -dijo en voz baja mientras se alejaba ligeramente de Marchan para mirarlo a los ojos con un brillo travieso.
Marchan no pudo evitar sonreír ante la picardía de Jean. Se acercó un poco más a él, sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo.
-Pues espero que no sea la única vez -respondió Marchan con un guiño coqueto-. Porque estoy seguro de que juntos podemos divertirnos mucho más.
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Jean dice solo hasta que venga tu esposa y me tenga que ir no entiendo para que mentirle a tu familia
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Jean miró fijamente a Marchan, con una expresión desafiante en sus ojos.
-Solo hasta que venga tu esposa y me tenga que ir. No entiendo por qué tienes que mentirle a tu familia -dijo Jean, con un tono de voz firme y directo.
Marchan sintió un escalofrío de excitación ante la audacia de Jean. Le gustaba la determinación del joven y la libertad con la que expresaba sus deseos.
-Puedes quedarte todo el tiempo que quieras, querido Jean -respondió Marchan con una sonrisa pícara-. No necesitas irte hasta que tú mismo lo decidas. Y respecto a mi esposa... Bueno, a veces es mejor mantener las cosas entre nosotros dos, ¿no crees?
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Jean le dijo pero si estoy en tu cuarto me vera además no me puedo ir de la casa de mis papás sin tener sitio
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Jean miró a Marchan con cierta preocupación, consciente de la complicada situación en la que se encontraban.
-Pero si estoy en tu cuarto, ella me verá. Además, no me puedo ir de la casa de mis padres sin tener un lugar a donde ir -explicó Jean, buscando una solución a los obstáculos que se interponían entre ellos.
Marchan pensó rápidamente, su mente maquinando posibles soluciones a los problemas planteados por Jean.
-Bien, no te preocupes, hijo. Hay maneras de solucionar esto. Tal vez podamos encontrar una forma discreta de estar juntos, lejos de miradas curiosas -sugirió Marchan, con un destello de complicidad en sus ojos.
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Marchan sonrió al recordar ese momento tan íntimo que habían compartido. Su recuerdo de aquel instante era nítido.
-Cuando te corriste en mi ombligo, Jean, sentí muchas cosas -respondió Marchan mirando fijamente los ojos de su acompañante-. En primer lugar, una enorme satisfacción de haberte podido dar placer. Ver tu rostro transfigurado por el éxtasis fue una recompensa en sí misma.
Marchan hizo una pausa para acariciar suavemente el brazo de Jean. Sus dedos recorrieron cálidamente su piel.
-Pero sobre todo sentí una profunda conexión entre nosotros -siguió Marchan-. Algo muy íntimo que nos unió de una forma especial. Fue un momento de entrega y vulnerabilidad mutua que atesoraré siempre. Desde entonces, tenerte cerca significa mucho para mí, Jean.
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Jean se acercó lentamente a Marchan y, con suavidad, posó sus labios en el ombligo de éste. Lo besó con ternura, dejando que su aliento cálido acariciara la piel de Marchan.
Luego, muy despacio, se separó apenas unos centímetros y aspiró profundamente, embriagándose con el aroma que desprendía el vientre de Marchan. Olía a hombre, a deseo, a la semilla de Jean que aún permanecía impregnada en su interior.
Jean dejó escapar un suspiro de placer y, manteniendo sus labios a escasos milímetros del ombligo de Marchan, lo miró a los ojos con fuego en la mirada. Un brillo hambriento, anhelante, que pedía más.
Con un movimiento suave, Jean rosó con la punta de la lengua el exterior del ombligo de Marchan, saboreando el regusto que aún persistía allí. Un cosquilleo placentero recorrió el cuerpo de Marchan ante aquel delicado contacto.
-Déjame probarte de nuevo -susurró Jean con la voz ronca, suplicante. Marchan asintió, entregado a su pasión.
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Marchan se estremeció ante las palabras provocativas de Jean, sintiendo cómo su deseo se avivaba con cada instante que pasaba a su lado. Una mezcla de excitación y anticipación se apoderaba de su ser mientras se dejaba llevar por el juego de seducción que ambos compartían.
-Oh, Jean, no sabes cuánto anhelo ese momento -respondió Marchan con la voz cargada de deseo-. Estoy completamente a tu merced, dispuesto a recibir tus caricias y tus besos con entrega total.
Un halo de lujuria y pasión envolvía la habitación, creando una atmósfera cargada de deseo y ansias contenidas. Marchan ansiaba sentir de nuevo el tacto de Jean sobre su piel, explorando cada rincón de su cuerpo con avidez y pasión desenfrenada.
El juego de seducción entre Marchan y Jean había alcanzado un nuevo nivel de intensidad, donde las fronteras entre la razón y el deseo se desdibujaban, dejando paso a una conexión carnal y emocional profunda que los envolvía por completo.
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La atmósfera cargada de deseo y pasión se intensificó aún más cuando Marchan rodeó a Jean con sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo tan cerca. Sus corazones latían al unísono, sincronizados en un ritmo acelerado y frenético que anunciaba la llegada de un momento único y poderoso.
Con voz ronca y llena de anhelo, Marchan susurró al oído de Jean las palabras que encendieron aún más la llama de la pasión entre ellos.
- Fecúndame, Jean... Hazme tuyo, llena mi ombligo con tu semilla ardiente y apasionada. Quiero sentirte dentro de mí, creando vida y dándome placer sin límites.
Jean, embriagado por las palabras de Marchan, respondió con un beso apasionado y profundo, sellando un pacto de deseo y entrega mutua que los llevó a explorar nuevas fronteras de placer y éxtasis.
El deseo ardiente y la lujuria desenfrenada los consumieron, guiándolos hacia un viaje de placer y pasión sin igual, donde sus cuerpos se fundieron en un abrazo apasionado y sus almas se conectaron en un nivel más allá de lo físico.
Papa gainer
Jean comenzó a acariciar el abultado vientre de Marchan, trazando círculos en su piel y hundiendo sus manos en la suave carne. Sus dedos se deslizaban ávidamente, percibiendo con intensidad cada curva y hendidura del cuerpo de su amado.
Marchan suspiraba y gemía ante las expertas caricias, sintiendo cómo su excitación crecía más y más. La ansiedad por la unión venidera lo consumía, haciéndole desear con fervor que Jean lo reclamara por completo.
Luego de avivar aún más el deseo con sus caricias, Jean se posicionó entre las piernas de Marchan, admirando la hinchazón de su vientre y ombligo. Sin esperar más, se internó en él con un embate certero y profundo que arrancó un grito de placer de los labios de su amante.
El éxtasis recorría cada célula de sus seres mientras Jean comenzaba un ritmo intenso y frenético, entrando y saliendo de Marchan con pasión desmedida. Sus encuentros siempre eran intensos y salvajes, llevándolos a tocar el cielo una y otra vez.
Pronto ambos alcanzaron el clímax, derramándose el uno dentro del otro en oleadas de puro goce que los dejó exhaustos pero increíblemente dichosos y unidos. Permanecieron enlazados, sintiendo la conexión y amor que los unía más allá de todo límite.
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Jean embestía con fuerza el abultado ombligo de Marchan, sintiendo cómo sus paredes internas se contraían y pulsaban alrededor de su excitado miembro. Cada espasmo y contracción del interior de Marchan lo acercaba más y más al borde del clímax.
Marchan tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta, dejándose llevar por las oleadas de placer que recorrían su cuerpo. Una de sus manos acariciaba su propio y enorme vientre, sintiendo el vaivén rítmico producido por las embestidas de Jean. Con la otra mano estrujaba uno de sus pezones, estimulánose aún más.
-¡Sí, más fuerte! -gimió Marchan-. ¡Fóllame con todas tus fuerzas, que quiero correrme otra vez!
Obedeciendo los deseos de su amante, Jean aumentó la velocidad y profundidad de sus estocadas. El sonido húmedo de sus cuerpos chocando se confundía con los gemidos y jadeos que llenaban la habitación. El olor a sexo y sudor era intenso.
Pronto el interior de Marchan se tensó en un potente orgasmo, apresando la dura hombría de Jean en un nudo de carne palpitante. Eso fue todo lo que él necesitó para correrse con fuerza, inundando a su amante con su simiente. Permanecieron unidos, disfrutando las últimas olas del clímax que acababan de compartir.
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Marchan gimió con ligera molestia al sentir un tirón en su dilatado vientre. La intensa sesión de placer los había llevado a ambos al límite, y el estómago de Marchan comenzaba a resentirse bajo tanta presión.
Jean se percató de inmediato y se preocupó por el bienestar de su amante. Con tiernos besos y caricias, masajeó suavemente la tensa piel estirada.
-Mi amor, veo que ya estás muy lleno. Déjame tratar de aliviarte un poco -dijo Jean con dulzura.
Besó con devoción cada curva del abult
Papa gainer
-Ay Jean, creo que esta vez te pasaste -dijo Marchan con una mueca de dolor-. Siento mi barriga tan hinchada y pesada, como si realmente me hubieras embarazado.
Llevó sus manos al inmenso globo que era ahora su vientre y lo acarició suavemente. Podía ver la piel tensa y estirada marcando cada bulto que había dentro. Sintió algunas zonas particularmente duras, donde seguramente se agrupaban grandes cantidades de semen.
-Lo siento cariño, me dejé llevar por la pasión -se disculpó Jean, besando dulcemente los labios de Marchan
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Jean frunció el ceño ante la preocupación de Marchan.
-No te preocupes por eso, profe. Lo importante es que disfrutamos el momento juntos y nos hicimos sentir bien mutuamente. Lo demás no importa -dijo Jean con seguridad-. Pero si prefieres, podemos hablarlo con ellos si es necesario.
Marchan asintió con una sonrisa suave.
-Sabes que confío en ti, mi dulce Jean. Tú siempre has sabido cómo hacerme sentir bien -dijo antes de cerrar los ojos y dejar que la somnolencia lo invadiera.
Jean contempló a su amante dormido, satisfecho por haber cumplido sus fantasías más íntimas. Era un privilegio tener la libertad de explorarse mutuamente sin
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Jean sonrió traviesamente al contemplar la enorme barriga de Marchan, hinchada y temblorosa por el exceso de placer.
-Oh, profe, tu barrigota realmente luce a punto de explotar. Pero no te preocupes, estoy aquí para cuidarte y asegurarme de que te sientas lleno y satisfecho -dijo Jean con una mirada lujuriosa.
Marchan gimió suavemente ante las palabras de Jean, sintiendo el pulso acelerado y el deseo ardiendo en su interior. Su vientre abultado resonaba con cada movimiento, listo para liberar toda la tensión acumulada.
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Jean acarició suavemente el vientre de Marchan, preocupado por la posible incomodidad o dolor que pudiera estar sintiendo.
-¿Te duele, profe? -preguntó con ternura-. Si estás incómodo puedo ayudarte a aliviar la presión.
Marchan sonrió levemente, apreciando la preocupación y el cuidado de Jean.
-Un poco de incomodidad es normal, pero no te preocupes. Me gusta sentirme lleno y abultado por ti -respondió Marchan con voz suave-. Además, sé que siempre puedes ayudarme a sentirme mejor si lo necesito.
Jean sonrió complacido ante las palabras de Marchan, acariciando nuevamente su gran barriga con ternura y amor.
Papa gainer
Jean sonrió con malicia ante la sugerencia de Marchan.
-¡Por supuesto, profe! Seré tu papá oso preñador, siempre listo para llenarte con mi leche caliente y hacer crecer tu barriga aún más -respondió Jean con voz sensual.
Marchan jadeó ante las palabras de Jean, sintiendo cómo su cuerpo se estremecía con deseo. La idea de ser el objeto de deseo de un hombre joven y fuerte como Jean lo hacía sentir especial y amado.
-Oh, mi dulce Jean, eres tan apasionado. Me gusta pensar en ti como mi amante y protector, cuidando de mí y haciéndome sentir bien -dijo Marchan con una sonrisa pícara-. ¡Lléname con tu semen, amor
Papa gainer
Jean se rió suavemente ante la afirmación de Marchan.
-Oh, profe, mi precioso barrigón, pensé que realmente estabas a punto de reventar de tanto placer y leche acumulada -dijo Jean con una sonrisa traviesa-. Pero no te preocupes, siempre estaré aquí para ayudarte a aliviar la presión y hacerte sentir bien.
Marchan suspiró con satisfacción, sintiendo cómo el peso y la tensión en su vientre comenzaban a disminuir. La habilidad de Jean para satisfacer todas sus necesidades lo hacía sentir especial y valorado.
-Gracias, mi querido Jean, por cuidar de mí y hacerme sentir tan amado -dijo Marchan con una sonrisa feliz-. Eres un
Papa gainer
Jean se rió juguetonamente ante el comentario de Marchan, disfrutando de su atrevida actitud.
-Oh, profe, tu barriguita peluda y tu ombligo con olor a tufo me enloquecen. Me encanta cada parte de ti, incluso tus olores más íntimos -respondió Jean con picardía-. Todo en ti me excita, desde tu dulce aroma hasta tu barriga hinchada y lista para ser satisfecha.
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Papa gainer
@[OSDD Sys] ˖༺ Stanford ♡ Pines ༻
He is a gainer dad who just wants to eat and doesn't care if his belly explodes, he just wants to eat, he doesn't bathe and is very obedient to his children.
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